Hoy, 18 de enero, es el cumpleaños de mi papá. A pesar de no estar en la tierra, vive en mi corazón. Así que también puedo celebrarlo en Panamá. No fue un cumpleaños, sino una calurosa bienvenida.

Ayer, durante el vuelo, me senté junto a dos jóvenes alemanes. Es un alivio cuando te llevas bien con tus compañeros de viaje. Después de todo, te sientas a su lado durante más de 11 horas. Lo divertido de volar son los primeros 10 minutos y los últimos 10 minutos. A saber, el despegue y el aterrizaje. Siempre tengo un asiento en la ventana para poder filmar y hacer fotos. Pero si quieres estirar las piernas o ir al baño, tienes que molestar a dos personas medio dormidas.

Luego, cuando sobrevuelas el canal de Panamá y haces media pirueta para aterrizar, ya sabes: "Estoy en casa".

Después de pasar por inmigración y aduanas, de repente te encuentras en un pasillo caliente para coger el autobús gratuito que te lleva al hotel. Llegas y como no podía ser de otra manera: el autobús se aleja. Así que será media hora de espera para que regrese. Mientras espera, recibirá un curso intensivo de cultura panameña. Rechacé a 20 o 30 taxistas. Uno empezó a mentir en su convicción para elegirlo. Me aseguró que el autobús no volvería hasta dentro de 45 o 60 minutos. Podría acompañarte por 10 dólares. Cuando llegó el autobús de enlace, estábamos en el hotel en 5 minutos.

Ahora mismo estoy en el autobús a Soná y ese trayecto dura 5 horas y son más de 300 kilómetros. Esta mañana mi amigo Jorge y yo compramos un billete por 10 $. En el autobús viajan unas 30 personas. Así que el conductor del autobús gana 1 dólar por kilómetro. Impensable e inviable en los Países Bajos. Este autobús no es precisamente eléctrico. Quizá ahorren dinero en la ITV, si es que lo hacen.

¿Has hecho los cálculos? El taxista de ayer gana 2 dólares por kilómetro o por minuto. El conductor del autobús me gana 0,03 dólares por minuto o por kilómetro.

De todos modos, la fiesta ha comenzado. Como he dicho, Jorge vino a recogerme al hotel. Vino especialmente para mí en autobús nocturno desde Soná a Panamá para recogerme. Tras un delicioso desayuno (occidental), tomamos una especie de Uber hasta la estación de metro. Bueno, y luego en el metro y la estación, surgen todos los recuerdos del JMJ en 2019. Nos dirigimos al centro comercial Albrook para comprar una tarjeta SIM y comida para el autobús.

Aquí termina este blog. Podría contarte cómo aquí todo el autobús duerme mientras la música suena a todo volumen por los altavoces (una música estupenda, por cierto). Pero supongo que una imagen dice más que mil palabras. A continuación, algunas fotos de los primeros momentos en Panamá.

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