Sin duda, el corazón humano piensa de forma muy diferente a un ordenador controlado por una IA. Puedo dar un ejemplo muy concreto por el que un ordenador nunca podrá igualar a los humanos.

Tengo muchos contactos en Panamá y las cosas suelen ir mal en la comunicación entre mis amigos y yo. Ahora hablo bastante español, pero muchas cosas me resultan demasiado difíciles. Entonces sí que necesito un traductor. No utilizo Google Translate, porque casi siempre da una traducción pésima. No, siempre uso DeepL. Es un traductor basado en algoritmos de aprendizaje profundo que traduce mucho mejor que los demás traductores disponibles actualmente. A menudo me da una traducción correcta, o al menos la entiendo.

Un error clásico que suele cometer es la diferencia entre amigo y novia. En español son realmente dos palabras diferentes, pero en neerlandés tienen la misma raíz. Otro error común que cometen los traductores es el género. A menudo, las palabras se convierten a la forma masculina, lo que a veces también puede causar incoherencias.

Pero hoy se me ha ocurrido escribir este blog a raíz de un mensaje que he recibido. El mensaje tenía una intención muy dulce y sincera. Es el Día del Padre, y la persona me deseaba mucha fuerza. Al menos, eso es lo que me transmitió el corazón. El mensaje en sí no tenía la puntuación correcta y, por tanto, estaba completamente mal traducido. Cualquiera que lo hubiera leído no habría entendido nada. El traductor se quedó completamente sin palabras.

Lo que quiero decir es que un ordenador, por muy inteligente que sea y con tanta potencia de cálculo que tenga, nunca podrá apoderarse del corazón. Entre otras cosas, un corazón puede dolerse, arrepentirse, amar y mostrar compasión. Un ordenador sólo puede hacer las cosas que ya se saben. Un ordenador no puede creer. Un ordenador está limitado por lo que la gente pone en él. Esto no quiere decir que no haya peligros en la IA. Pero ésta la crean los humanos.

Mi corazón vio en el texto muy malo la intención del mensaje. El texto no contenía nada de la historia entre el remitente y yo. Mi corazón puede corregir y amar. No es la primera vez que un traductor me regaña. Pero ahora he aprendido, tras analizarlo, a no reñirle. La intención de mis amigos no es regañarme. Se trata simplemente de una barrera lingüística y cultural que un traductor, por muy inteligente que sea, no puede superar. La razón humana es y será siempre necesaria para escuchar a las personas con compasión.

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